domingo, 18 de mayo de 2014

resignación y enfermedades graves (referencia a la película "Camino")

A raíz de unas declaraciones en los medios de comunicación de alguien conocido al que se le ha diagnosticado una enfermedad terminal me viene publicar aquí, con todos los respetos, este comentario.

La persona en cuestión toma una actitud aplaudida básicamente, catalogada de valiente, serena, ejemplar, ante su enfermedad., dice algo así como que no puede quejarse, que tiene medios para tratarse, que otros ni tienen, que aunque ha sufrido pérdidas en su familia, etc. se siente privilegiado y agradecido con la vida. Algo así. Quisiera matizar algo, y es algo también que me recuerda a lo tratado en la película "Camino".

Más bien se trata de una pregunta que me hago e invito a haceros: ¿dónde queda la rabia, la pena, la tristeza?, ¿dónde queda la queja?, ¿en qué lugar de su alma ha arrinconado esta persona, como tantas otras, la expresión legítima de su sentir?. ¿por qué no el grito desgarrado?. En la película "Camino", una niña adolescente cuya familia es profundamente católica, padece una enfermedad terminal y acaba muriendo. Su madre la incentiva a pasar el sufrimiento en silencio, encomendándose a Dios... La niña se debate entre su dejarse ir y la contención que le pide su madre.

¿Y qué pasa con la expresión?, en estos casos extremos y en los que no lo son tanto... ¿no será también que tanta contención nos lleva a enfermar?, ¿no será que por no dejar que el cuerpo exprese sus emociones hay algo que se queda ahí guardado, estancado y, al final, se pudre?. Me viene decir aquí: cuidado con la resignación.