viernes, 8 de agosto de 2014

expresión sobre el despido laboral

Tras un mes intenso dentro de un intenso curso de reuniones e implicación fuerte en unos acompañamientos varios como psicóloga y especialista en psicomotricidad, la llamada al despacho. Y lo que suele suceder en montones de empresas de todo tipo, la reunión cuatripartita con directora, conocida, y dos señoras más, desconocidas, que empiezan a hablarme de lo mal que está la empresa y lo mal que llevan los números.

Sin elegancia, sn previo aviso, como suele pasar en miles de casos. La empleada, en este caso yo, recibe los fríos papeles para firmar, con todo arregladito, legal, para desvincularse de mi. Amables lo justo, me hablan de que lo sienten, que no es por mi desempeño (bastante que lo sé, eso), y que no han tenido más remedio, y tal y cual. Vale.

Neutra yo, digna yo, a su nivel o al menos eso trato. Firmo y recojo. Punto. Discreción me piden, sí claro...

Agradecida porque alguien en su momento, muchos, lucharon para que hubiera indemnizaciones y para que hubiera una asignación para el paro. Distante y con esas formas de hacer mecánicas y sin contacto.

Y aquí me apetece expresarlo. Y aquí me apetece dejar constancia de que a la vez que rabia y desencanto también sentí mucha liberación. Mucha.

Y quiero desde aquí animar a todos aquellos que han pasado o pueden pasar por lo mismo. Se cierra una puerta y se abre un abanico de posibilidades.

Invito a todos aquellos a los que les ha pasado a que hagan un poco de trabajo emocional repasando lo que se les dispara con un despido. Suele quedar tocado el orgullo, la autoestima. Algo muy profundo nos conecta con la expulsión. Sacarte de la manada era lo peor que le podían hacer a un mamífero, era llevarlo a la muerte segura.

Todo eso se dispara sí. Pero invito a centrarnos en nosotros mismos. Dejémonos sentir el lamento, la rabia, la inseguridad. Vale. Pero luego entremos en nosotros y mirémonos. Qué quiero hacer, qué caminos siento que debo emprender. No corramos, démonos nuestro tiempo. Estamos en una oportunidad de cambio y no hemos d dejar que las prisas nos impidan percibir bien.

Estoy yo en ello, no estoy hablando desde posición cómoda en un despacho y con mi sueldito. Estoy debatiéndome con incertidumbres y a veces va y también el miedo hace acto d presencia, y la falta d confianza en mí. Ah, no, no lo permitamos.

Qué indefenso se puede sentir uno cuando es uno mismo y no tiene el respaldo (ficticio por otro lado). de tal o cual empresa... No, no lo permitamos.

Deciros, como me digo a mí misma, que hay un sitio esperando,un lugar donde brillar y desarrollar uno su potencial. A por ello. Os invito a poneros en marcha, sin prisa, sin pausa. Aprovechad esta oportunidad de cambio, todas y cada una de las oportunidades que se os pongan a tiro. La vida está para eso. No os aferréis a mediocridades por falta dedeterminación.

A mí me digo, como ahora quiero decir a todos los que se encuentran en situaciones parecidas: no dejemos que el miedo nos paralice. Se abren mil y una oportunidades.

Adiós digo a una etapa, bienvenido ahora lo que vaya apareciendo, cuidémonos y estemos lo suficientemente bien para percibir las señales de los caminos que nos quedan por transitar.