lunes, 24 de noviembre de 2014

¿por qué decimos "insostenible" en vez de "insoportable"?

Es una pregunta, una invitación a la reflexión, un hacer pensar... Me llega desde muchos lugares, desde ambientes varios, se dice a montones ahora: "se me hizo insostenible seguir yendo a buscar al niño al cole...", "lo que vivía con su pareja al final no era sostenible", "vamos a buscar la forma para abordar esta insostenible situación en la empresa"... Sostenible, insostenible.

La actitud que acompaña a estas frases, con esta palabra en su afirmación o negación, es básicamente tranquila ( o aparenta), básicamente conciliadora (otra palabrita de moda), dicha por alguien que quiere mantener la serenidad, que no desea conflictos.

Sostener o no sostener... Y ¿qué pasa con "soportar"?. ¿Son sinónimos o no?. No del todo, parece, tiene matices la cosa. Porque decir que es insostenible queda más suave, y si ponemos el "insoportable"... si decimos eso... ¿qué sucede?. ¡Comprobadlo!. Haced la prueba... "Esto me resulta insoportable".

Sí, "insoportable" suena peor podéis decirme. Y pregunto, ¿por qué?. Por la fuerza. Es eso, por la fuerza de la palabra. Hasta el sonido es más fuerte en su fonética, con su "p" y su "t"... Y hemos huido de esa potencia (vaya, también con "p" y "t"), 


Siento que queremos suavizar, quitar hierro, no dar importancia. Por no conflictuar entramos en unas relaciones "light" donde filtramos lo que sentimos y lo que queremos decir, para dejar un mensaje descafeinado y desdibujado. Quizás en ocasiones eso ha ayudado, quizás ha sido procedente actuar de esa forma, pero, ¿no nos estamos pasando?. A veces es bueno llamar a las cosas por su nombre, o por el nombre que primero nos saldría si no utilizásemos tantos filtros. Estaríamos más en contacto con lo que pasa y haríamos llegar el mensaje claro a nuestro interlocutor.

También el recreo se pasó a llamar patio, porque quedaba mal decir recreo al contrastar con las horas de estudio. Pero no por llamarlo patio ha cambiado el sentir de liberación de muchos escolares cuando suena la campana y salen disparados a disfrutar un ratito de expansión y juego.



¿No es insoportable estar todo el rato matizando?

lunes, 10 de noviembre de 2014

el erotismo de los objetos

Puede ser un pañuelo, un zapato, un collar, un guante, un sombrero... Son cosas que están ahí, que utilizamos e investimos muchas veces de una energía que va mucho más allá de lo funcional. Hablábamos el otro día en el taller del sorprendente poder de algunos objetos, llamados complementos, y con los que nos podemos sentir transformadas (éramos todas mujeres).

En concreto hablábamos de la fuera erótica que puede dar un determinado pareo, o la ropa roja. Es así, y es un recurso que tenemos y jugar con ello, divertirnos con ello, nos permite ampliarnos, enriquecernos con registros nuevos.

Soy fan de pañuelos, zapatos, fulares, máscaras y vestimentas varias. Me encanta el disfraz. 

Pero quisiera señalar que el disfraz "en serio", ese es el que me gusta, el que ha sido producto de una búsqueda y no hace más que dejar salir más, poner en evidencia una parte de uno que esta ahí camuflada. Ese es el que me fascina, el sombrero que hace salir la parte sofisticada, el pareo que saca a la tigresa, los guantes que potencian la delicadeza de unas manos.

El hábito no es que haga al monje, saca al monje que estaba escondido, lo pone en evidencia. En esta sociedad que puede tener un día a día tan uniformado, rompamos un poco de vez en cuando, seamos muchos en uno.