miércoles, 29 de abril de 2015

"Las 50 sombras de Grey" y el sadomasoquismo ( a falta de pan... ¿buenas son tortas?)

Hace un tiempo escribí por aquí acerca de lo que presagiaba esta película, y llevaba a la reflexión a partir de otra, que podía ser su predecesora, la de "9 semanas y media".
Hace ya días que vi "50 sombras de Grey" y hasta ahora no me he puesto a comentar nada, que lo tenía pendiente, por varias razones, y una de ellas es que el film me resbaló. Sí, tal cual, me resbaló y no dejó ni huella prácticamente. Creo que no me emocionó ni una escena. 
De todos modos, hoy rescato el recuerdo escaso que tengo de la película, (porque se sigue hablando de ella y más o menos ha tenido su repercusión), para que nos planteemos juntos acerca del sadismo y el masoquismo. Actitudes, rasgos de carácter, que diríamos desde mi formación psicocorporal de base psicoanalítica. 
Y quiero hablar de ello pensando en los jóvenes de hoy, los chicos y chicas adolescentes, que no llegan a los 20 y que inician sus relaciones, sexo incluido.
Siguiendo con pantallas y medios de comunicación veo que hay una campaña para prevenir la "violencia de género" desde televisión. Una adolescente aconseja a otra que deje a su novio, que la controla contínuamente y la tiene desesperada.
De eso va la película a la que me refiero aquí. Un joven poderoso contacta por casualidad con una jovencita estudiante que va a su casa a entrevistarlo. Se atraen mútuamente, pero lo que parecía el inicio de una relación normal entre dos guapos, se enturbia por los caprichos sexuales de él, que le pone unas condiciones de esclava sexual a la chica. Y ella... se lo piensa y hasta entra al trapo... con sus dudas, su sufrimiento, su ignorancia, su curiosidad. Y prueba... a ver...
En su día leí a Wilhelm Reich y su descripción de los caracteres, y profundicé, porque me pareció muy acertado, su descripción del sadismo y, sobre todo, el masoquismo. Y quiero rescatarlo aquí e invitar a quienes les aperezca a buscar a este autor y reflexionar sobre lo que expresa.
No son formas naturales de manifestar el goce de vivir, ni lo uno ni lo otro. Pero algo se tuerce en nuestra libre pulsión de vida y nos pervertimos, buscando, por supuesto, la vida que quiere vivir en nosotros, (que nos trae la excitación y la dicha), los caminos que sean, que puedan ser, para minifestarse. No nacemos dotados naturalmente de ganas de machacar ni de que nos machaquen. ahí discrepó totalmente W. Reich de su maestro Freud con su instinto de muerte. Y yo estoy totalmente de acuerdo. Eso no está en la base de ningún ser vivo.
Pero se llega ahí. Se disfruta con la destructividad y se disfruta, sí, con el dejar que le peguen a uno, que lo humillen, que lo denigren... En los niveles que sea, desde el más sutil al más escandaloso. Todo, toooodo antes que sucumbir a lo anodino, todo por escapar del no sentir o de la tensión estancada que no se manifiesta. Hay muchas razones que nos llevan a desviarnos del goce natural de vivir y de disfrutar con los demás.
Cuando se nos han cortado los caminos de expresión de una sana sexualidad, de una sensualidad con la que venimos al mundo, resulta que la energía queda estancada en nuestro cuerpo (en el del niño al que han prohibido tocarse los genitales, en el de la niña que la han mirado mal cuando se rozó sensualmente con su amiguita, en el del grupito que jugaba a médicos...). Quedó una fuerza ahí reprimida, que busca salir como sea. En esas circunstancias, y todo muy corporal (no razonamientos), va a suponer una descarga el pegar o que te peguen. Va a ser una forma de movilizar lo que se paralizó. Y ahí se instala la excitación al final, y nos creemos que es genuino y que lo llevamos con nosotros. Si no hay otra manera, ésta ya está bien, dice el cuerpo, ¡al menos siento que estoy vivo!, ¡me excito!. Y dejamos aflorar el goce desde la perversión sin poder conectar con otras formas: "me encanta pegar, disfruto descargando sobre su piel mis latigazos...", o "me derrito cuando noto sus azotes en las nalgas...". Bueno, nos quedamos en eso, qué se le va a hacer... puede que..." A falta de pan, buenas sean... tortas"




domingo, 26 de abril de 2015

¿qué es hacer terapia? (psicoterapia)

Quiero dedicar aquí, hoy, estas líneas, para explicarlo un poco desde mi punto de vista.  Por conversaciones en las que he estado, comentarios que escucho, gente con la que trato, siento que no queda claro ésto de qué es hacer terapia y que en general a las personas les cuesta situarse. Mucho, la verdad.
Estamos en un mundo tan disperso y tan cambiante, con estimulación e información diversa y contradictoria, que vamos recibiendo de un lado y de otro, tratamos de utilizar mínimamente algún criterio, pero nos falta tiempo para poder situarnos bien y filtrar. Separar el grano de la paja es complejo.
Y hablando sobre terapias, sobre psicoterapias, hay mucha confusión, es tanto el desconocimiento y tanto también el abanico de posibilidades que se ofrecen desde el mercado de los charlatanes curalotodo, que me apena que la gente no sepa qué le puede ofrecer y cómo le puede ayudar a vivir más plenamente su día a día.
¿Qué es hacer terapia?. Tal y como yo lo entiendo es entrar en un proceso de autoconocimiento. Llegar a los porqués desde la superfície de apariencia, que es lo primero que ofrecemos las personas, para adentrarnos en los motivos, y los motivos de los motivos, en un camino que lleva a ir quitando capas, una tras otra, para llegar a niveles profundos del ser. Una tras otra, lentamente, respetando el ritmo que marca el cuerpo... en un sendero doloroso, aunque liberador.
Mi enfoque psicocorporal me lleva a trabajar este proceso desde el cuerpo. Porque el cuerpo fue antes que el verbo, en el cuerpo están ancladas sensaciones y emociones primeras. Mucho antes de que madurara el córtex cerebral hemos vivido en nuestro ser, nuestro biosistema, intensas experinecias de placer y dolor. Y han quedado ahí, grabadas en nuestros órganos, y se han manifestado, las dolorosas, a veces en forma de miedos repentinos, angustias que no se explican o molestos síntomas corporales.
Hacer terapia es un viaje en el tiempo, es volver a ese pasado, a esos momentos en los que hubo una herida en nuestro ser, para abordar desde el presente la posibilidad de sanación. El cuerpo sabe, la vida quiere vivir, pero a veces ha sido demasiada la carga y en la defensa por sobrevivir nos hemos creado una coraza protectora que ha sido nuestra arma de doble filo.
Es lo que expuso Wilhelm Reich, creamos nuestro carácter para protegernos de un ambiente que no nos permite desarrollarnos plenamente, y quedamos anclados en él, a su servicio, sin posibilidad de ver más allá, encogidos, metidos en un traje que en un momento dado de la vida, lo sentimos pequeño, nos aprieta... ¡nos ahoga!.
Hacer terapia es recibir en un momento dado de la vida la compañía de otro, una persona que ha vivido también su proceso y que conoce las formas del arte de ir ablandando rigideces. Es poder retroceder y enfrentarnos a lo que tanto tememos, pero ahora con la fuerza que nos ha hecho encontrar esta otra persona que está ahí, y nos dice lo que nos faltó oír en un momento dado: "tú puedes", "tú ahora tienes recursos". Y es cierto. Bajamos a nuestro infierno como algunos llaman, y empezamos a ver de frente nuestros fantasmas. Y tras el escudo protector, surge el ser humano temeroso, deseoso de amor, frágil. Y lloramos, gritamos, sacamos la rabia, para que surja, al final, el ser vivo que desea gozar de la vida.
Es enormemente gratificante contactar con nuestra realidad profunda. La conciencia de esa vulnerabilidad llega a hacer invencible a la persona, que conecta con su núcleo. Y conectar con uno mismo hace también poder ir hacia el otro, de verdad, sin disfraces.
Ese es el camino de la terapia, diferente para cada persona pero con muchos denominadores comunes. La terapia permite que empecemos a tomar las riendas de nuestra vida para una existencia sentida realmente.





lunes, 6 de abril de 2015

BIOFUNCIONAL

Hace ya un tiempo rescaté este término. Esta palabra que habla de vida y de funcionalidad. ¿Se ha escuchado en algún lugar?, ¿se ha leído?, ¿suena de algo a la gente?. Poco, creo que muy poco. Es curioso porque otros términos, quizás hasta más raros y hasta poco pronunciables, sí empiezan a tener un hueco en las conversaciones, y los vamos incorporando con cierta familiaridad. Ummm, iba a poner algunos ejemplos, pero me he frenado, no me apetece.
El caso es que éste sí que quiero desde aquí destacarlo y hablar un poco de él, de su historia. "Biofuncional". Yo lo he empezado a emplear en mis talleres de movimiento y expresión, esos que han tomado matices de erotismo, como no ha podido ser de otro modo, de danza, por supuesto, y de organicidad. Esos talleres que siento que salen naturalmente de mí, por mi vida, por lo que he recibido y hasta mamado.
Mi particular enfoque, con los mediadores que he aprendido a utilizar, ya sean pañuelos, máscaras, bombines o luces, me viene como resultado de mi trayecto. Como si fuera el curso de un río, mi vida me ha llevado a crear estos talleres, y llevar estos grupos de gente que se va acercando, se va interesando, y entra, poco a poco, en la harmonía de movimientos muy vivos, que salen de dentro, que no atienden a estéticas. Desde estar con uno mismo, vamos buscando al grupo, siguiendo el ritmo que nace en cada cual, y una vez en el grupo, vamos notándonos reconocidos y entrando en dinámicas muy particulares de expresión. El ambiente lo permite, lleva a soltarse y a dejar que vaya el cuerpo por delante de nosotros, que nos sorprenda...
Mi querido colega Helder Vera, allá por los tiempos de formación que compartimos en Valencia, compartió también conmigo su dedicación a la danza biofuncional, como él llamó. A su estilo, el mismo enfoque, dejar que la vida vaya apareciendo en el ser humano, que vaya vitalizándose el cuerpo buscando el placer de moverse. Término éste, biofuncional, que empleó Wilhelm Reich para referirse a eso, a lo que es útil para la vida, lo que nos va bien, lo que nos energetiza. Helder, con su procedencia, con su historia, hizo en su momento (y si no hace ahora le animo encarecidamente a que siga en ello) sus ricas propuestas de danzas tribales, rotundas, (recuerdo), fascinantes... México en estado puro.
Lo mío lo recojo de mis juegos familiares de niña, de hija de inmigrantes en una tierra en la que se empezaba  de nuevo y había prósperos horizontes... lo mío viene, lo sé, de mujeres sencillas que iban a lavar al río y hacían una fiesta... y manteaban a sus pequeños y jugaban a la gallina ciega a veces, o a la silla con canciones... lo mío tiene tintes andaluces. Luego he añadido barnices, y formación, y ahora en concreto estoy encantada y vibro con el movimiento orgánico de Alfa Institut.
En cualquier caso, se trata de ayudar a que la vida viva en nosotros. Como me ha dicho Helder hace poco:



¡Biofuncionemos!. Es una invitación.

(foto tomada en uno de los últimos talleres, en Manantial de Luz, Barcelona)