lunes, 27 de enero de 2014

empatía, relaciones padres e hijos

Ver a los demás, sí. Cuántas veces nos dirigimos a nuestros hijos viéndonos sólo a nosotros?. Lo que nos hacen sentir, lo mal que llevamos tal cosa, tal otra, lo del que queda que hagan esto o lo otro... Nos acercamos a su mundo desd el nuestro, desde nuestras carencias. Hasta en los momentos de sufrimiento, cuando las crisis adolescentes, por ejemplo, un padre o madre puede decir "nunca pensé que me pasaría esto a mí". A ti?. Siempre, siempre, siempre, poniéndonos de protagonistas a en nuestra relación con ellos. Pero ellos, nuestros hijos, no reciben la mirada honesta, la del que realmente quiere saber de ellos. No sabemos verlos, no sabemos aparcar nuestro ego, porque estamos como adultos también faltos de reconocimiento. Y de esta manera recreamos una cadena de padres a hijos, y a hijos de los hijos, en la que el nuevo ser, el pequeño que va creciendo y se hace adolescente, no encuentra que lo valoren, que sientan lo que él siente ni siquiera que sus adultos se acerquen a quererlo comprender. Empatía, tanto se habla de ella y tan poco que la utilizamos. Reflexionemos.


domingo, 12 de enero de 2014

hiperadaptados

Me apetece hablar ahora de ello, ya hace que no escribía aquí... Me viene hablar de ese tipo de personas, porque ahora que hay tantas etiquetas, que se habla tanto de tantos trastornos con nombre y hasta con apellidos, sí, ahora que hay cierta polémica (qué bien!), con el dsm 5, que es un manual para situar a los "loqueros" en relación con sus tipos de "locos"... Pues saco a la luz a esta "especie".
Ellos, los hiperadaptados, que son, desde luego los que no dan problemas. Ah, maravillosos, que lo hacen todo según las reglas del lugar, según las pautas que aprendieron (rápidamente por cierto, sin aparente esfuerzo)... Son los que saben dónde se habla fuerte, dónde sólo puede susurrarse, dónde se va con corbata y dónde de sport... Saben lo que está bien visto hacer en los diferentes momentos de la vida, los planes de ocio de su grupo social, el tipo de estudios que han de tener, lo que se regala, lo que se estila, lo que se lleva... Entran en una reunión y de un vistazo integran de qué van los componentes, qué lenguaje utilizar para estar completamente en armonía con el grupo... No dan que hablar, son perfectos como anfitriones, como estudiantes, como trabajadores, como... lo que sea. 
Son básicamente expertos en aprender códigos. Les entran fácilmente, los pillan al vuelo. Aprenden idiomas en un pim pam pum. No les cuesta, como tampoco les cuesta bailar. Saben, muy bien, ver qué movimientos hacer para acoplarse al otro. Sí, en el baile, y en la vida en general. Sí, qué bien... ¿Sí?. ¿De veras?...
Se hiperadaptaron. Algo pasó en sus vidas que les hizo tomar este camino. Algo temprano les impulsó a adaptarse exageradamente por irles seguramente, así lo vivieron, la vida en ello. 
Los envidian muchos, pero lo que no saben éstos es del esfuerzo terrible para estar, para pertenecer al grupo. No saben que de tanto mirar para afuera se perdieron de sí mismos y llegó un día en que ya no supieron quienes eran. Camaleones, no han sabido ser otra cosa, y ya les sale tan natural que lloran desesperados, (los que paran un poco y reflexionan sobre su vida), porque no logran saber qué color es el que les gusta de verdad.
Y si han tenido hijos han vivido el caos del que no lleva manual de instrucciones, y se han desesperado buscando la forma de interactuar con una criatura ¡viva!, que ha llorado, que ha gritado... cuando no tocaba... ¿para quién no tocaba?. 
En fin... de ellos he escrito, de los perfectos, de los que no dan problemas, de los que pasan desapercibidos o son halagados. A los que tantísimas veces, ya desde pequeños, se les dijo, "muy bien". Hiperadaptados... ¿"muy bien"?