jueves, 11 de junio de 2015

estoy contigo (un maestro a un adolescente rebelde)

Gritaste y se enfadaron, lo sé, insultaste y golpeaste fuerte... contra lo que encontraste... sí, lo sé, a cosas y personas, a lo que tenías a mano, y a ¡pie!. Vaya patadones, tío. te vi. Y los vi a ellos. Unos tratando de gritarte más fuerte, otros acobardados, acojonándose delante tuyo, mirándote como a un bicho raro. Ya les vale a toda esa panda, ya les vale.
Se alejaron, los unos y los otros, murmurando, amenazando, mientras tú seguías fuera de ti, sin saber qué hacer, perdido, sin rumbo. Solo, muy solo. Medio llorabas. Entonces me acerqué, y no recuerdo qué te dije, alguna palabra tonta de consuelo, alguna frese semihecha, no recuerdo... Recibí un "¡cállate cabrón". Tajante, directo... Y sincero. Me callé. Permanecí un rato a cierta distancia tuya, observándote encogerte en aquél rincón del aula vacía. Ahí empezaste a soltar más llanto, más, y salió un chorreón de dolor entre lágrimas y suspiros. Sobrecogedor.
Me miraste al cabo de un rato, no sé cuánto tiempo pasó. Seguía ahí, de pie, observando tu pelo revuelto, la ropa sucia... Te sentía cada vez más pequeño, más frágil. Te pregunté si querías que marchara y me dijiste muy bajito: "quédate...". Como un susurro.
Puse mi mano en tu hombro y poco a poco te levantaste. "... imbéciles cabrones hijos de puta...". Te acompañé a la salida del centro. Caminabas lento, casi arrastrando los pies. Doblaste la esquina del insti y volví a mi clase.
Un montón de comentarios, de quejas, de dimes y diretes, por los pasillos. Que si no puede estar aquí, que si qué se ha creído, que habrá que expulsarlo, que si llama a sus padres. Profesores y alumnos, revueltos.
Yo estoy contigo, quiero que lo sepas. Te entiendo, ¿sabes?. No se puede ir por el mundo dando hostias, claro, no es que esté a favor de eso. Pero te entiendo. No tienes de momento otro recurso y utilizas ese.
No eres débil, has mamado fuerza. Pero algo ha pasado en tu vida que te ha hecho acumular un dolor terrible. Y una rabia terrible. Lo sé. Y te provocan a veces, lo sé, de formas muy sutiles. Y la sacas, esa rabia, esa destructividad, siempre que puedes, cuando se te dispara. Y ¡zas!, la armas. Tío, la armas. Y te estás jugando la expulsión.
Estoy contigo, que lo sepas. Tienes tus motivos, aunque te pierden las formas. No sabes utilizar otras. He visto el miedo que ocultas tras esa coraza mal montada de tío duro. Temblabas... Pero es que ¿sabes lo que pasa?, que pocos saben leer eso, muy pocos. Muchos ayudarán a los flojitos, esos a los que les cuesta, o a los que les pegan y no saben devolver... Sí, esos, a los que tú alguna vez también has pegado.
Míralos, les ayudan, despiertan compasión, instinto de protección, algo así. ¿Lo entiendes?. Esos suelen recibir pronta ayuda. Está bien, no digo que no... Pero ¿quién se acerca a ti?. Si los asustas...
¿Quién puede hacer oídos sordos a insultos, a maltratos, a desaires?... Cuesta eso.
Pero, ¿es que no ven que no sabes de otra forma?. Pues no, parece que no lo ven.
Estoy contigo, que lo sepas. Que me la sudó que me llamaras "cabrón", que lo que me querías decir es que te dejara de rollos, que no estabas para eso. Y, mira, me llegó. A lo mejor de otra forma no me llega...
Me gustará acompañarte, ayudarte a canalizar esa rabia, a ir filtrando, a saber comportarte con los demás... Pero sé que es un camino largo. no quiero que te sientas culpable por lo que haces, no sabes de otro modo. Sabrás un día, no lo dudo.
Estoy contigo, ¿sabes?. no has de hacer nada para agradarme.
(Aunque, macho, a ver si controlas un poco, que te juegas la expulsión... )




No hay comentarios: