domingo, 25 de septiembre de 2011

ya hace que volvimos... ¡Ojo al salto de la rana!



ya hece que volvimos, algunos ya ni se acuerdan de los días de relajo que pudieron disfrutar. Ya hace que volvimos y aún el tiempo, por aquí, desde donde escribo, es soleado e invita a aprovechar las horas que nos quedan libres para pasear, darnos los últimos baños en el mar, gozar de la bicicleta o cualquier deporte al aire libre.





En estos días me ha llegado un escrito que va de ranas. ¿Ranas?, sí. Y me ha llamado mucho la atención. Quiero compartirlo y llevar a la reflexión. Resulta que leo que las ranas, cuando son cocinadas, son metidas en una olla o similar, a temperatura templadita. Si el agua está muy fría o caliente en exceso, al meter ahí al animal, éste, en un movimiento reflejo y de superviviencia, salta rápidamente y escapa. Sin embargo, el agua templadita invita al abandono y en estas circunstancias, el anfibio se queda tranquilo, adormeciéndose. El agua va calentando más y más, pero cuando el calor supera los límites de lo confortable y empieza a ser más y más letal, el pobre bicho ya no puede escapar. Su cuerpo ya se adormeció y sus patas no estan para el brinco que le salvaría la vida. Así muere. No ha podido moverse. No recibió el ataque de pronto sino que fue engañada poco a poco.





¿Cómo vemos eso?, ¿qué sentimos?. Desde aquí nos invitaría a todos a no dejarnos adormecer por la rutiuna, a no dejarnos entrar en esa vida que no es vida de las prisas, los quehaceres cotidianos, los horarios estrictos y las mil y una tarea pendientes... Ya, después de entrar de nuevo ahí, tras las vacaciones, no dimos el brinco, tal vez debimos hacerlo.





Al menos, sintamos un poco, dejemonos sentir lo que nos molesta y merma nuestra salud. Salud, que, como dice Xavier Serrano, se conquista día a día.










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