domingo, 3 de junio de 2012

en tiempos de crisis, ¿podemos cooperar?

Vivimos en un mundo competitivo, llevamos demasiado tiempo viviendo en un mundo muy, pero que muy competitivo. Se habla de ello, en todos lados. Es como una cantinela. Antes de forma despreocupada, ahora quizás con más contacto y seriedad. Las cosas estan poniéndose muy feas en nuestra sociedad, ya no estamos en la sociedad del bienestar. Recuerdo flashes de la guerra civil española que me contaban en casa: mucha necesidad y mucha incertidumbre, pero también gente ayudándose unos a otros, compartiendo lo poco que tenían, ofreciendo cada uno desde su pobreza, arrimando esfuerzos para una labor conjunta. En situaciones muy desesperadas, parece que la gente se ayudaba.


¿Y hoy?. No hemos llegado en mi país a unos extremos similares a los que vivieron nuestros padres y abuelos en esa guerra que los pilló muy niños, pero sí estamos acercándonos a situaciones de seria necesidad. Veo alrededor la queja, siempre la queja, lo que más se oye de los movimientos de los indignados es la queja. Lo que queda de las diversas manifestaciones que se están sucediendo es la queja (¡basta recortes!, ¡no queremos que se nos quite!). Se habrá quizás trabajado para  ofrecer soluciones, seguramente, pero lo que llega de los medios de comunicación es la queja. Y unos contra los otros. Cada uno o cada grupo, viéndose a sí mismos sin tener en cuenta las globalidades, sin tener en cuenta al "otro". El otro es enemigo.
Y es desde niños que se gesta ese espíritu competitivo. Pasó cuando no tuvimos la atención exclusiva que por derecho nos correspondía, cuando tuvimos que luchar contra 10, 15, 20 de nuestra edad, y no tocaba... Fue entonces, es en esos momentos, cuando vemos al otro, al igual, como extraño, es el que nos arrebata esa atención exclusiva, esa que sí tuvieron las generaciones anteriores de cachorros humanos.


Así, ¿podemos cooperar?, ¿podemos ir más allá de la queja, de la lucha infructuosa, del echar en cara unos a otros?. Creo que sí, a pesar de todo. Aún puede quedar un resquicio de ese animal de manada que somos, el que necesita de los demás, que da y recibe calor y se une a la tarea conjunta de cuidarse a sí y a los suyos. Ojalá. No hay otro camino que el de la cooperación.

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