Es conocidísima la expresión "encontrar a tu media naranja" cuando se habla de relaciones de pareja. No sé desde cuando se gestó esta expresión, y por qué la naranja y no otra fruta, (sus motivos habrá), pero el caso es que es un clásico. Somos entonces algo inacabado, una mitad, que vamos buscando nuestra otra mitad para llegar a la completitud. Buscamos que nos completen, un charlatán o charlatana busca a quien lo o la escuche, el disperso busca la contención, la compulsiva y ordenada igual busca complementarse con alguien más caótico que le de chispa a su vida... Así es. De todas maneras, ¿alguien se ha preguntado por qué tenemos que conformarnos con ser una mitad que anda buscando, por necesidad, otra mitad que lo complemente?.
Desde el punto de vista de la salud deberíamos buscar ser lo más completos posible, ¿no?. Esa es la propuesta desde la Escuela de Terapia Reichiana en el trabajo con parejas, a la que me uno. América Planas o Xavier Serrano, entre otros, así lo expresan. Concretamente este último, en su libro sobre P.B.C. (psicoterapia breve caracteroanalítica) dedica un buen espacio a las relaciones de pareja, enfermizas, al surgir de la carencia.
Cambiemos un poco el chip, alguien que necesita mimetizarse con otra persona, que no puede vivir sin el otro, por mucho que lo halaguen, muy sano no es que esté. Rompamos el tópico de pareja ideal si en realidad lo que existe son dos personas carentes que no buscan desde el deseo si no desde el "yo si ti no soy".
La madurez da que seamos una totalidad, algo entero, y a partir de aquí, podemos buscar a otro, que esté a nuestro lado, no porque si no, nos morimos, ni porque si no, no estamos completos, sino porque nos apetece, porque desde el deseo, nos gusta compartir y estar juntos. Desde el deseo... y desde el estar bien con nosotros mismos. Seamos una naranja, no media, y quizás si nos juntamos con otra, entera también, podamos hacer un buen zumo. ¡A vuestra salud!