lunes, 9 de abril de 2012

acerca del contacto y el masaje en bebés

NOTA: estos apuntes que comparto proceden de mi experiencia en la casa de naixements Migjorn. En concreto, de mi asistencia a los grupos de crianza de Juliana Martinez Vieira, mi maestra en este tema y con la que comparto formación en la Es.Te.R.

¿Para qué sirve el masaje en los bebés? Son tantas las indicaciones... con él reforzamos el  contacto y  la comunicación, ayudamos a aflojar los músculos y relajar, estimulamos la sensorialidad, vamos ayudando a madurar los órganos internos, distendemos el diafragma...


El masaje, en definitiva, además de calmar, libera tensiones y emociones, que se "atascan" en el cuerpo. Los bebés son su cuerpo, tocándolos les devuelves la percepción de sí mismos. Al ser tocados, los pequeños se ubican en el mundo, ya que no tienen todavía abstracción.

Sin hablar de una técnica en concreto, sí señalamos desde aquí:

- ir de arriba a abajo (cefalo-caudal)
- del centro hacia afuera

Es muy importante la comunicación desde el interior, si es algo mecánico no llega, o, mejor dicho, llega de forma muy desagradable. Por tanto, si es la madre la que va a masajear, ha de dejarse sentir cómo está, qué va a transmitir con sus manos. Puede percibirse que no es el momento adecuado y se puede aplazar para otra ocasión mejor. La madre ha de estar descansada, para dar hay que tener, si no, imposible.

Puntos a destacar: alrededor de los ojos, alrededor de la boca, las vértebras del cuello, el diafragma y el plexo solar.









jueves, 5 de abril de 2012

¿SOMOS FUERTES O DÉBILES?




¿SOMOS FUERTES O DÉBILES?

Pero aún más, ¿dónde reside nuestra fortaleza?
Miremos la cantidad de tortugas que tenemos a nuestro alrededor, mirémonos a nosotros también, sí, somos casi todos tortugas. Vamos por ahí, llevando nuestros caparazones, aguantando su peso, afirmándonos en ellos, escondiéndonos en ellos, protegiéndonos con ellos... Mira si no, esa señora que no sale sin su maquillaje, su traje de marca y su peinado... mira si no aquél joven que tiene que comprarse esa camiseta, que es más cara, pero que le da identidad, mira la pobre de los taconazos martirizando sus pies y su columna entera... mira ese empresario que se tiene que cambiar de coche ya, aunque el suyo le va bien... ese profesional de lo que sea que atiende a sus clientes deslumbrándolos en un maravilloso despacho, y ese, y esa, de los bíceps bien marcados... Corazas, corazas, corazas... y nos sentimos seguros con ellas, y no nos damos cuenta de lo que nos pesan, porque es que pesan tanto, llegan a pesar tanto, que al paso de los años nos va la salud en ello. Corazas, corazas, corazas... fuertes caparazones, que no nos dejan apenas andar, pero... nos sentimos tan protegidos... ¿Y si nos atreviésemos a prescindir de ellas?. ¿Qué encontraríamos?. Nucleos más o menos débiles, blanditos y frágiles... lo que nunca nos atrevimos a ver, lo que no nos atrevemos a sentir... Y ahí está el trabajo en concreto de la terapia que conozco más profundamente, la reichiana. Ahí está el valor de este trabajo, duro, bestial y maravilloso, reforzar lo de dentro para no tener que andar son tanto peso. Cuando empiezas a entrever lo que eres tú, sin más, cuando te das cuenta que no pasa nada si te equivocas, que no has de ser el mejor en todo ni has de gustar a todos...cuando empiezas a ver que si vas como te pilla, si no te has de comprar nada en especial, ni investirte de nada en especial, si ves que lo de dentro empieza a ser tan importante que eso es lo que llega y te permite relacionarte con autenticidad con los otros, entonces, sí, entonces, verás que empiezas a moverte con una soltura que ni te imaginabas...








LA CONDUCTA ALREDEDOR DE LOS DOS AÑOS. LA AGRESIVIDAD

Alrededor de los dos años los niños sufren un cambio radical en su evolución.  A su incipiente autonomía corporal, que les permite desplazarse mejor, alcanzar aquello que quieren, ir hacia donde desean, descubrir nuevas posibilidades de los objetos que los rodean, etc., se les une una nueva capacidad, que es la de la representación mental, que conlleva la simbolización y el lenguaje para comunicarse mejor, con los demás y con ellos mismos a través del pensamiento. Es un paso difícil que conlleva crisis.

Puede suceder que en esta etapa se manifiesten conductas agresivas, como morder, empujar o pegar. Si bien es cierto que son conductas normales, hemos de estar atentos a ellas y saber cómo tratar a los niños en estas situaciones.

¿Por qué se producen?

·        En estas edades sigue habiendo predominio del cuerpo, el lenguaje es incipiente y todavía no es muy funcional. Digamos que todavía no se expresan bien, no les sirve de mucho hablar, y cuando desean algo les resulta más “natural” el impulso de pegar o morder para conseguirlo.

·        Puede haber una frustración muy concreta, como puede ser un destete, una ausencia de la madre (por un viaje o que salga simplemente a comprar), de un ser muy querido, un cambio de domicilio… No tienen recursos para explicar su pena o decepción, por lo que les sale la rabia y pueden pegar, o morder.

·        Hay una distancia importante entre como pensamos nosotros y como piensan los niños del alrededor de 2 años. A esta edad no se domina el espacio ni el tiempo, no se alcanzan razonamientos complejos. Pueden decepcionarlos situaciones a las que en principio nosotros no damos importancia pero para ellos es crucial. De ahí puede venir una gran rabieta.

¿Qué hacer?

·        Si el niño o la niña hace daño, a otro niño, al adulto, padre, madre… Debemos indicárselo, darle la información de las consecuencias de su comportamiento (“mira cómo le ha quedado la marca de la torta…”)

·        Ofrecer alternativas para que se desahogue en caso de que tenga mucha rabia, ofrecerle cojines para pegar, lanzarlos, etc.,

·        Irle favoreciendo el desarrollo del lenguaje, explicándole nosotros muchas cosas, a su nivel, y dejar que ellos se expresen también, que nos expliquen las suyas

·        No decirle nunca que es “malo” o “mala”. Si acaso, es el comportamiento que no nos gusta porque puede hacer daño a otros niños o a los mayores. Debemos entender nosotros como adultos que su comportamiento no lleva tintes de maldad ni la intencionalidad de hacer mal tal como lo veríamos desde nuestro prisma.

·        Darle el mensaje de que lo entendemos y lo queremos, por encima de todo. Eso relaja mucho la frustración y la crisis de una edad en que te das cuenta de muchas cosas, puedes hacer muchas cosas, pero a la vez topas con tus limitaciones


Agresividad no es lo mismo que destructividad. A ésta última se llega tras la represión sistemática del normal y saludable comportamiento agresivo. Si no dejamos que nuestros niños muestren sus comportamientos espontáneos, tanto de cariño, de agresividad... entonces estamos desviando el impulso normal para convertirlo en algo pervertido. Saldrá destructividad sádica.